domingo, 13 de febrero de 2011

Los domingos me matan

Lo primero de todo quiero comentar que todo el tema tratado en el post anterior está solucionado, ya se puede disfrutar tranquilamente de la galería de un gran fotógrafo.

Y ahora, al tema que te quema. Los domingos suelen ser días de descanso, relajados; un día para coger fuerzas para toda la semana y para recuperarlas de todo el fin de semana. Pues en mi caso no es así. Cierto que llega una hora de la tarde-noche en la que empieza la calma, pero antes el ajetreo ha sido intenso.

Casi todos los domingos nos juntamos toda la familia para comer, lo que implica 15 personas en casa, 6 de ellos niños. Sólo en un par de ocasiones me ha tocado hacer la comida para todos, pero casi siempre la hace mi madre y se pega unos tutes importantes. Desde bien prontito por la mañana se mete en la cocina y no termina hasta la hora de comer. Además de que hacemos dos turnos de comida, primero los niños, que suelen tener un menú y luegos los adultos que tenemos otro. Mi labor suele ser ayudar a mi madre y poner la mesa, así que no me puedo quejar. Cuando los mayores vamos a comer pongo una peli para los niños y que así estén tranquilos mientras los demás comemos. Así que entre elegir peli, ponerla y poner un poco de orden soy la última en sentarme a la mesa. Y no siempre me esperan para empezar a comer. Además, soy yo la que se levanta entre plato y plato para recoger lo utilizado y llevar a la mesa el siguiente plato. Da igual que esté cansadísima, o que no me encuentre bien, siempre me toca a mi. Primer plato, segundo, postre y café, venga a darme paseitos del comedor a la cocina. Un día me planto y hago huelga, a ver si alguien se levanta...

Después es imposible dormir siesta, los niños se aceleran, conversaciones varias, la tele de fondo... Y así va pasando la tarde hasta que se marchan todos a sus casas, pero antes toca recoger todos los juguetes que han ido sacando mis sobrinos, ellos recogen mucho, pero hay que ir detrás para que algunos lo hagan, y al final, acabo recogiendo. Y en ese momento te das cuenta de que estás muy cansada, de que siempre es igual y que el próximo domingo volveré a pringar como siempre.

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