viernes, 30 de julio de 2010

Me merezco una canción así



You are the one for me, for me, for me, formidable
You are my love very, very, very, véritable
Et je voudrais pouvoir un jour enfin te le dire
Te l' écrire
Dans la langue de Shakespeare
My daisy, daisy, daisy, désirable
Je suis malheureux d' avoir si peu de mots
À t'offrir en cadeaux
Darling I love you, love you, darling I want you
Et puis c' est à peu près tout
You are the one for me, for me, for me, formidable

You are the one for me, for me, for me, formidable
But how can you
See me, see me, see me, si minable
Je ferais mieux d'aller choisir mon vocabulaire
Pour te plaire
Dans la langue de Molière
Toi, tes eyes, ton nose, tes lips adorables
Tu n'as pas compris tant pis
Ne t'en fais pas et viens-t-en dans mes bras
Darling I love you, love you,
Darling, I want you
Et puis le reste on s'en fout
You are the one for me, for me, for me, formidable
Je me demande même
Pourquoi je t'aime
Toi qui te moques de moi et de tout
Avec ton air canaille, canaille, canaille
How can I love you

jueves, 29 de julio de 2010

Comentemos dos cosas: toros y cuentos de hadas

En esta ocasión podría tratar muchos temas, como por ejemplo la prohibición por parte del parlamento catalán de las corridas de toros en la comunidad. Llevo un par de días pensando ¿todos los parlamentarios que han votado a favor de la prohibición practican la defensa de los animales?, ojalá que ninguno de ellos le guste cazar, ¡sería el colmo!. Pero pensemos en detalles más pequeños, esos mismos que votan a favor ¿ayudan a las perreras saturadas de animales abandonados?, ¿persiguen a los participantes de las peleas de gallos?, ¿señalan a aquellos que roban galgos?...

Señores y señoras, ¿por qué han votado a favor de prohibir las corridas de toros?, ¿seguro que es en defensa de los animales?. Ahí dejo la pregunta.

Pero no es de lo que quiero escribir principalmente en este post. Hoy quiero tratar el tema de los cuentos de hadas.

Desde niñas nos gustan las princesas y soñamos ser una de ellas, encontrar a nuestro príncipe azul y vivir felices para siempre. Creces y te das cuenta que nada es tan fácil como pensabas, que muchos "príncipes" resultan ser sapos. Pero hay algunas mujeres que necesitan creer en ese supuesto príncipe y no ven ciertos detalles.

Hoy he presenciado una escena que no me ha gustado nada. Una de mis amigas estuvo saliendo con un chico del que se encariñó mucho, pero al final la historia no funcionó según dijo él. Ella intenta aceptar que ahora sólo son amigos, pero en el fondo mantiene la esperanza de volver con él. Hasta ahí es una historia como otra cualquiera. Pero hay cosas que no se pueden tolerar.

Estábamos en la piscina y él quería tirarla a ella al agua. La ha agarrado del brazo y con la otra mano del pelo, tirando de él hasta que ha conseguido su objetivo. Entiendo la broma, la gracieta, pero un hombre nunca debería agarrar así a una mujer. Lo malo es que cuando se lo hemos mencionado un par de personas a nuestra amiga ella le ha medio justificado.

Estas actitudes me ponen nerviosa. No se puede ni debe justificar un acto así. Lo ha hecho porque había sido ese chico, si llega a ser otra persona estoy convencida de que le hubiese gritado y se hubiese enfadado; pero como era su "príncipe"... lo permite. ¡Vaya modales más elegantes que tienen el muchacho!.

Sólo pido un poco de coherencia, por mucho que sea él o no sea, hay actitudes que no se pueden pasar por alto. Puede que alguien me llame alarmista o exagerada, pero es mi forma de verlo. Si queremos ser princesas nos tienen que tratar como tales.

miércoles, 21 de julio de 2010

Los años te cambian la forma de pensar

Es curioso como nos cambia el tiempo, además del proceso de maduración propio de cada persona existen otros cambios de ideales, pequeños detalles en algunas ocasiones, en otras cambios radicales.

Ayer iba con mi sobrina por la calle y de repente me preguntó: "¿tú qué querías ser de mayor cuando eras pequeña?". Y empecé a retroceder en mi memoria unos cuantos años hasta que encontré el primer recuerdo de lo que quería ser. Nada más ni nada menos que pastelera (siempre me han gustado los dulces y con los años voy aprendiendo a cocinarlos). La alternativa era ser cantante, ¡y eso que no existía Operación Triunfo!.

Pastelera o cantante... me resulta gracioso pensarlo, además de que esa idea fue cambiando con el paso del tiempo a diferentes profesiones. Pero nunca quise ser princesa, como es el sueño de todas las niñas, ¿espiritu rebelde?.

Mientras divagaba entre mis recuerdos surgió una idea que tenía durante años: el éxito de la felicidad consistía en tener un trabajo, casarme y tener hijos. Me ponía como edad para casarme los 27 años, e incluso hice un pacto con un amigo de que si a esa edad ninguno de los dos teníamos pareja nos casábamos juntos (nunca se cumplió, debimos "olvidarlo"...)

Según fueron pasando los años esa idea cambió, el éxito en la vida no consestía en seguir unas reglas y lo que se espera de uno. Se puede ser igual de feliz sin casarse y sin querer tener hijos, y si sucede, que sea cuando tenga que ser, no por cumplir una edad o porque sea lo establecido por la sociedad. Uno tiene que ser feliz sin ataduras, sin clichés.

Quizás algún día tenga un buen trabajo, me case y tenga hijos, pero de momento no lo necesito para ser feliz, sentirme tranquila y equilibrada en la vida.