"Despierto sobresaltado de madrugada. Tenía una pesadilla. Me ahogaba en un mar lleno de malaguas que se enredaban en mi cuerpo y me tapaban la boca y la nariz. Me hundía en unas aguas oscuras, tenebrosas. Respiro agitado. Tengo los pies frios. Miro a Mercedes. Está durmiendo. Al dormir hace un ruido extraño, como si estuviera llorando. Me acerco sigilosamente a ella. De pie frente a su colchón, la observo. Es cierto: está llorando dormida"
("Y de repente un ángel" de Jaime Bayly)
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