miércoles, 17 de julio de 2013

Y el resultado es...

A principios de enero empezó a dolerme el hombro derecho sin razón alguna: no me había dado ningún golpe (a parte de la alcachofa de la ducha que me atacó un día al ir a cerrar el grifo). Dejé pasar el tiempo y a veces me dolía, pero no le di ninguna importancia. Cuando llegó la Semana Santa, la cosa había cambiado y ya había probado con un par de masajistas a ver si me arreglaban ese dolor que cada vez iba a más, no consiguieron nada. Visto lo visto decidí ir a un fisioterapeuta en el Centro Vallisoletano del Masaje (un sitio estupendo, con gente muy simpática y profesional´; además de que es económico). Pasaron unas semanas y el dolor había remitido un poco, pero no lo suficiente como para que mi fisio estuviese conforme y me mandó ir al traumatólogo.

En junio conseguí que un trauma me diese cita, y después de una radiografía, una ecografía y 10 sesiones de rehabilitación, me dio un diagnóstico: tendinosis del supraespinoso. ¡Toma ya!, ni idea de lo que me pasaba, pero el hombre se quedó tan tranquilo, me dijo que es muy latoso, que duele (¿ah si?, mira que algo notaba...) y que sólo se me pasaría con más rehabilitación.

Ahora estoy con otras 10 sesiones más, he ganado mucha movilidad en el hombro y casi puedo levantar el brazo derecho igual que el izquierdo, pero (siempre hay un pero), hay otro movimiento con el que veo las estrellas y que por ser mujer sufro más que los hombres: cada vez que me abrocho el sujetador o el bikini. Ufff, cada día estoy más atascada, lo que gano subiendo el brazo lo pierdo al girarlo hacia atrás. Parece una bobada, ya que no es un gesto que hago muchas veces, pero os aseguro que veo las estrellas cuando lo hago.

En agosto vuelvo al trauma, estoy viendo que la consulta durará 5 minutos (y eso que voy por lo privado), que ni me mirará el hombro y como mucho me mandará más rehabilitación; no si ya veo yo que voy a hacer horas en el Centro Tenerías...